Biblia de estudio Swindoll | Evangelio de Juan - Flipbook - Página 43
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—¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó.
34 Jesús contestó:
—¿Lo preguntas por tu propia cuenta o porque
otros te hablaron de mí?
35 —¿Acaso yo soy judío? —replicó Pilato—. Tu propio pueblo y sus principales sacerdotes te trajeron a
mí para que yo te juzgue. ¿Por qué? ¿Qué has hecho?
36 Jesús contestó:
—Mi reino no es un reino terrenal. Si lo fuera, mis
seguidores lucharían para impedir que yo sea entregado a los líderes judíos; pero mi reino no es de
este mundo.
37 Pilato le dijo:
—¿Entonces eres un rey?
—Tú dices que soy un rey —contestó Jesús—. En
realidad, yo nací y vine al mundo para dar testimonio
de la verdad. Todos los que aman la verdad reconocen
que lo que digo es cierto.
38 —¿Qué es la verdad? —preguntó Pilato.
Entonces salió de nuevo adonde estaba el pueblo
y dijo:
—Este hombre no es culpable de ningún delito,
39 pero ustedes tienen la costumbre de pedirme
cada año que ponga en libertad a un preso durante
la Pascua. ¿Quieren que deje en libertad a ese “rey
de los judíos”?
40 Pero ellos contestaron a gritos:
—¡No!, a ese hombre, no. ¡Queremos a Barrabás!
(Barrabás era un insurgente).
Sentencia de muerte para Jesús
Entonces Pilato mandó azotar a Jesús con un
látigo que tenía puntas de plomo. 2 Los soldados armaron una corona de espinas y se la pusieron
en la cabeza y lo vistieron con un manto púrpura.
3 «¡Viva el rey de los judíos!», se burlaban de él mientras lo abofeteaban.
4 Pilato volvió a salir y le dijo al pueblo: «Ahora lo voy
a traer, pero que quede bien claro que yo no lo encuentro culpable de nada». 5 Entonces Jesús salió con la corona de espinas sobre la cabeza y el manto púrpura
puesto. Y Pilato dijo: «¡Miren, aquí tienen al hombre!».
6 Cuando lo vieron, los principales sacerdotes y los
guardias del templo comenzaron a gritar: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!».
—Llévenselo ustedes y crucifíquenlo —dijo Pilato—. Yo no lo encuentro culpable.
19
J U A N 19 : 2 1
7 Los líderes judíos respondieron:
—Según nuestra ley, debe morir porque afirmó que
era el Hijo de Dios.
8 Cuando Pilato oyó eso, tuvo más miedo que
nunca. 9 Llevó a Jesús de nuevo a la residencia oficial*
y le preguntó: «¿De dónde eres?». Pero Jesús no le dio
ninguna respuesta.
10 —¿Por qué no me hablas? —preguntó Pilato—.
¿No te das cuenta de que tengo poder para ponerte
en libertad o para crucificarte?
11 Entonces Jesús le dijo:
—No tendrías ningún poder sobre mí si no te lo hubieran dado desde lo alto. Así que el que me entregó
en tus manos es el que tiene el mayor pecado.
12 Entonces Pilato trató de poner en libertad a
Jesús, pero los líderes judíos gritaron: «Si pones en
libertad a ese hombre, no eres “amigo del César”*.
Todo el que se proclama a sí mismo rey está en rebeldía contra el César».
13 Cuando dijeron eso, Pilato llevó de nuevo a Jesús
ante el pueblo. Entonces Pilato se sentó en el tribunal,
en la plataforma llamada el Empedrado (en hebreo,
Gabata). 14 Ya era el día de preparación para la Pascua,
cerca del mediodía. Y Pilato dijo al pueblo:* «¡Miren,
aquí tienen a su rey!».
15 «¡Llévatelo! ¡Llévatelo! —gritaban—. ¡Crucifícalo!».
—¿Cómo dicen? ¿Que yo crucifique a su rey?
—preguntó Pilato.
—No tenemos otro rey más que el César —le contestaron a gritos los principales sacerdotes.
16 Entonces Pilato les entregó a Jesús para que lo
crucificaran.
La crucifixión
Así que se llevaron a Jesús. 17 Él, cargando su propia
cruz, fue al sitio llamado Lugar de la Calavera (en hebreo, Gólgota). 18Allí lo clavaron en la cruz. También
crucificaron a otros dos con él, uno a cada lado, y a
Jesús, en medio. 19 Y Pilato colocó un letrero sobre la
cruz, que decía: «Jesús de Nazaret,* el Rey de los judíos». 20 El lugar donde crucificaron a Jesús estaba
cerca de la ciudad, y el letrero estaba escrito en hebreo,
en latín y en griego, para que muchos* pudieran leerlo.
21 Entonces los principales sacerdotes se opusieron y le dijeron a Pilato:
—Cambia la inscripción “El Rey de los judíos” por
una que diga “Él dijo: ‘Yo soy el Rey de los judíos’”.
19:9 En griego al pretorio. 19:12 «Amigo del César» es un término técnico para referirse a un aliado del emperador. 19:14 En griego pueblo judío. 19:19 O Jesús nazareno.
19:20 En griego muchos judíos.
Evangelios, es como si la Palabra de Dios nos hubiera
estado diciendo: «¡He aquí el hombre!». He aquí el hombre
en Belén, donde nació. He aquí el hombre en Nazaret,
donde fue criado. He aquí el hombre en Galilea, eligiendo
a Sus discípulos y predicando Sus primeros mensajes. He
aquí el hombre en la Última Cena en Jerusalén con Sus
once fieles en aquella última noche. He aquí el hombre
en Getsemaní, orando: «Si es posible, que pase de mí
esta copa de sufrimiento» (Mt 26:39). He aquí el hombre
después de los azotes. Y he aquí el hombre en Gólgota
sobre la cruz, sufriendo y finalmente entregándose en
las manos del Padre. En todas partes, la Palabra de Dios
señala a Jesús.
P E R S P E C T I VA S
HE AQUÍ EL HOMBRE Jn 19:5 A través de los