Biblia de estudio Swindoll | Evangelio de Juan - Flipbook - Página 22
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JUAN 7:38
tenga sed puede venir a mí! 38 ¡Todo el que crea en
mí puede venir y beber! Pues las Escrituras declaran:
“De su corazón, brotarán ríos de agua viva”»*. 39 (Con
la expresión «agua viva», se refería al Espíritu, el cual
se le daría a todo el que creyera en él; pero el Espíritu
aún no había sido dado,* porque Jesús todavía no
había entrado en su gloria).
División e incredulidad
40Algunos
de la multitud, al oír lo que Jesús decía,
afirmaron: «Seguramente este hombre es el Profeta
que estábamos esperando»*. 41 Otros decían: «Es
el Mesías». Pero otros expresaban: «¡No puede
ser! ¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? 42 Pues
las Escrituras dicen claramente que el Mesías nacerá del linaje real de David, en Belén, la aldea
donde nació el rey David»*. 43Así que hubo división entre la multitud a causa de él. 44Algunos
querían que lo arrestaran, pero nadie le puso las
manos encima.
45 Cuando los guardias del templo regresaron sin
haber arrestado a Jesús, los principales sacerdotes
y los fariseos les preguntaron:
—¿Por qué no lo trajeron?
46 —¡Jamás hemos oído a nadie hablar como él!
—contestaron los guardias.
47 —¿También ustedes se han dejado engañar?
—se burlaron los fariseos—. 48 ¿Habrá siquiera uno
de nosotros, gobernantes o fariseos, que crea en él?
49 Esa multitud tonta que lo sigue es ignorante de la
ley, ¡está bajo la maldición de Dios!
50 Entonces tomó la palabra Nicodemo, el líder que
había ido a ver a Jesús:
51 —¿Es legal condenar a un hombre antes de darle
la oportunidad de defenderse? —preguntó.
52 —¿También tú eres de Galilea? —contestaron
ellos—. Estudia las Escrituras y compruébalo tú
mismo: jamás ha salido un profeta* de Galilea.
[Los manuscritos griegos más antiguos
no incluyen Juan 7:53–8:11].
53Así terminó la reunión, y cada uno se volvió a su casa.
Una mujer sorprendida en adulterio
Jesús regresó al monte de los Olivos, 2 pero muy
temprano a la mañana siguiente, estaba de
vuelta en el templo. Pronto se juntó una multitud,
y él se sentó a enseñarles. 3 Mientras hablaba, los
maestros de la ley religiosa y los fariseos le llevaron
a una mujer que había sido sorprendida en el acto
de adulterio; la pusieron en medio de la multitud.
4 «Maestro —le dijeron a Jesús—, esta mujer fue
sorprendida en el acto de adulterio. 5 La ley de Moisés
manda apedrearla; ¿tú qué dices?».
6 Intentaban tenderle una trampa para que dijera
algo que pudieran usar en su contra, pero Jesús se
inclinó y escribió con el dedo en el polvo. 7 Como
ellos seguían exigiéndole una respuesta, él se incorporó nuevamente y les dijo: «¡Muy bien, pero el
que nunca haya pecado que tire la primera piedra!».
8 Luego volvió a inclinarse y siguió escribiendo en
el polvo.
9Al oír eso, los acusadores se fueron retirando uno
tras otro, comenzando por los de más edad, hasta
que quedaron solo Jesús y la mujer en medio de la
multitud. 10 Entonces Jesús se incorporó de nuevo y
le dijo a la mujer:
—¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de
ellos te condenó?
11 —Ni uno, Señor —dijo ella.
—Yo tampoco —le dijo Jesús—. Vete y no peques más.
8
Jesús, la luz del mundo
12 Jesús habló una vez más al pueblo y dijo: «Yo soy
la luz del mundo. Si ustedes me siguen, no tendrán
P E R S P E C T I VA S
7:37-38 O «¡Que todo el que tenga sed venga a mí y beba! 38Pues las Escrituras declaran: “Ríos de agua viva brotarán del corazón de todo el que crea en mí”». 7:39 Varios de
los manuscritos más antiguos dicen pero aún no había Espíritu; incluso otros dicen pero aún no había Espíritu Santo. 7:40 Ver Dt 18:15, 18; Ml 4:5-6. 7:42 Ver Mi 5:2.
7:52 Algunos manuscritos dicen tú mismo: el profeta no viene.
sabes que cuando Él entró a tu vida, trajo consigo a
Su Espíritu Santo. Su Espíritu llegó para darte una vida
nueva y vibrante. La obra refrescante y creativa del
Espíritu de Dios seguirá derramándose día tras día, y
traerá alegría, esperanza y renovación a todos los que
te rodean.
VERGÜENZA Jn 8:1-8 La vergüenza nos sigue,
adondequiera que vayamos, como un registro de malos
antecedentes. Nos ata a nuestro pasado tortuoso y lo
pone todo en vergonzosa exhibición. Los sentimientos
de vergüenza empujan a sus víctimas a los rincones
del salón y hacia las sombras de la sociedad. Una
voz implacable y acusadora nos susurra: «¡No vales
nada!». En la mayoría de los casos permanece una
desgracia persistente que nos agarra con fuerza como
una prensa.
Sin embargo, las cicatrices de la vergüenza no tienen
que ser permanentes. Cristo desea venir a nuestro
encuentro en esas esquinas oscuras para redimir
nuestra dignidad y valor. Su gracia es mayor que nuestra
vergüenza. Recuerda eso. Por nosotros, Él se convierte
en Aquel que personalmente toma nuestra vergüenza
y camina con nosotros a través de esos días duros y
agonizantes, cuando más solos y temerosos nos sentimos.
No hay límite para la profundidad de la vergüenza. Sin
embargo, la buena noticia es que, cuando la atravesemos,
por más profunda que sea, Dios nos acompañará y nos
llevará al otro lado, porque la gracia que Él provee no
tiene límite.