Biblia de estudio Swindoll | Evangelio de Juan - Flipbook - Página 16
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JUAN 4:25
25 La mujer dijo:
—Sé que el Mesías está por venir, al que llaman
Cristo. Cuando él venga, nos explicará todas las cosas.
26 Entonces Jesús le dijo:
—¡Yo Soy el Mesías!*
27 Justo en ese momento, volvieron sus discípulos.
Se sorprendieron al ver que Jesús hablaba con una
mujer, pero ninguno se atrevió a preguntarle: «¿Qué
quieres de ella?» o «¿Por qué le hablas?». 28 La mujer
dejó su cántaro junto al pozo y volvió corriendo a la
aldea mientras les decía a todos: 29 «¡Vengan a ver a un
hombre que me dijo todo lo que he hecho en mi vida!
¿No será este el Mesías?». 30Así que la gente salió de
la aldea para verlo.
31 Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús:
—Rabí,* come algo.
32 Jesús les respondió:
—Yo tengo una clase de alimento que ustedes no
conocen.
33 «¿Le habrá traído alguien de comer mientras
nosotros no estábamos?», se preguntaban los discípulos unos a otros.
34 Entonces Jesús explicó:
—Mi alimento consiste en hacer la voluntad de
Dios, quien me envió, y en terminar su obra. 35 Ustedes conocen el dicho: “Hay cuatro meses entre la
siembra y la cosecha”, pero yo les digo: despierten y
miren a su alrededor, los campos ya están listos* para
la cosecha. 36A los segadores se les paga un buen salario, y los frutos que cosechan son personas que pasan
a tener la vida eterna. ¡Qué alegría le espera tanto
al que siembra como al que cosecha! 37 Ya saben el
dicho: “Uno siembra y otro cosecha”, y es cierto. 38 Yo
los envié a ustedes a cosechar donde no sembraron;
otros ya habían hecho el trabajo, y ahora a ustedes les
toca levantar la cosecha.
Muchos samaritanos creen
P E R S P E C T I VA S
39 Muchos samaritanos de esa aldea creyeron en
Jesús, porque la mujer había dicho: «¡Él me dijo
todo lo que hice en mi vida!». 40 Cuando salieron a
verlo, le rogaron que se quedara en la aldea. Así que
Jesús se quedó dos días, 41 tiempo suficiente para
LO QUE EL DINERO NO PUEDE COMPRAR
Jn 4:46-53 Este hombre necesitaba al Sanador.
Estaba tan desesperado que llegó y suplicó. Jesús lo
envió a su casa, y él se fue confiando en Sus palabras.
Vemos que su confianza fue recompensada.
Hay muchas cosas que el dinero no puede comprar.
El dinero puede comprar una encantadora cama extragrande, pero no el descanso. Puede comprar una bella
mansión, pero no un hogar. El dinero puede comprar
la compañía de muchas personas en todo el mundo,
pero no un amigo íntimo. Puede comprar libros, pero
no cerebros. El dinero puede comprar un crucifijo,
pero no un Salvador. Puede comprar el templo de
una iglesia, pero no un lugar en el cielo.
que muchos más escucharan su mensaje y creyeran.
le dijeron a la mujer: «Ahora creemos, no
solo por lo que tú nos dijiste, sino porque lo hemos
oído en persona. Ahora sabemos que él es realmente
el Salvador del mundo».
42 Luego
Jesús sana al hijo de un funcionario
43 Pasados los dos días, Jesús siguió camino a Galilea.
44 Él mismo había declarado que un profeta no recibe
honra en su propio pueblo. 45 Sin embargo, los galileos lo recibieron bien, porque habían estado en Jerusalén durante la celebración de la Pascua y habían
visto todo lo que él hizo allí.
46 En su paso por Galilea, Jesús llegó a Caná, donde
había convertido el agua en vino. Cerca de allí, en
Capernaúm, había un funcionario de gobierno que
tenía un hijo muy enfermo. 47 Cuando supo que Jesús
había ido de Judea a Galilea, fue a verlo y le rogó que
se dirigiera a Capernaúm para sanar a su hijo, quien
estaba al borde de la muerte.
48 Jesús le preguntó:
—¿Acaso nunca van a creer en mí a menos que
vean señales milagrosas y maravillas?
49 —Señor, por favor —suplicó el funcionario—, ven
ahora mismo, antes de que mi hijito se muera.
50 Entonces Jesús le dijo:
—Vuelve a tu casa. ¡Tu hijo vivirá!
Y el hombre creyó lo que Jesús le dijo y emprendió
el regreso a su casa.
51 Mientras el funcionario iba en camino, algunos de sus sirvientes salieron a su encuentro con la
noticia de que su hijo estaba vivo y sano. 52 Él les preguntó a qué hora el niño había comenzado a mejorar,
y ellos le contestaron: «Ayer, a la una de la tarde, ¡la
fiebre de pronto se le fue!». 53 Entonces el padre se
dio cuenta de que la sanidad había ocurrido en el
mismo instante en que Jesús le había dicho: «Tu hijo
vivirá». Y tanto él como todos los de su casa creyeron
en Jesús. 54 Esa fue la segunda señal milagrosa que
hizo Jesús en Galilea al volver de Judea.
Jesús sana a un hombre cojo
Después Jesús regresó a Jerusalén para la celebración de uno de los días sagrados de los judíos.
2 Dentro de la ciudad, cerca de la puerta de las Ovejas, se encontraba el estanque de Betesda,* que tenía
cinco pórticos cubiertos. 3 Una multitud de enfermos
—ciegos, cojos, paralíticos— estaban tendidos en los
pórticos.* 5 Uno de ellos era un hombre que hacía
treinta y ocho años que estaba enfermo. 6 Cuando
Jesús lo vio y supo que hacía tanto que padecía la enfermedad, le preguntó:
—¿Te gustaría recuperar la salud?
7 —Es que no puedo, señor —contestó el enfermo—,
porque no tengo a nadie que me meta en el estanque
5
4:26 O —¡El “Yo Soy” está aquí!; o —¡Yo soy el Señor!; en griego dice —Yo soy, el que
habla contigo. Ver Ex 3:14. 4:31 Rabí, del arameo, significa «amo» o «maestro».
4:35 En griego blancos. 5:2 Otros manuscritos dicen Bet-zata; incluso otros dicen
Betsaida. 5:3 Algunos manuscritos amplían el versículo 3 y agregan el versículo 4:
esperando un determinado movimiento del agua, 4porque un ángel del Señor
descendía de vez en cuando y agitaba el agua. Y la primera persona que se metía en
el agua después de que se agitara quedaba sana de cualquier enfermedad que tuviera.