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Entrevistas
Entrevistas
2013), AIGA 50 Books / 50 Covers (2009) y varios Type Directors Club (2008 / 2009 / 2010
/ 2013), entre otros.
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A
brir el portfolio de
Ena Cardenal es aventurarse en
un viaje en el que descubrimos
paisajes visuales donde brilla
la gráfica sencilla. Sus trabajos
editoriales tienen una impecable
factura que se observa en el tratamiento de la composición, la tipografía, la estructura de líneas,
la geometría… Todo se funde,
dando al conjunto un aspecto ordenado y sereno, pero también
coherente.
Ena no es pródiga en las
redes sociales, ni si quiera tiene
página web. Desde su silencio y
‘anonimato social’, la diseñadora canaria se ha ido forjando un
sólido camino profesional cuyo
reconocimiento se ha visto reflejado en los numerosos premios
que ha recibido: D&AD Awards
(2008 / 2009 / 2010 / 2012 /
«Siempre
acabo
haciendo
cosas
sencillas,
por no
decir
secas»
El diseño gráfico es…
Dar forma a un contenido que viene dado por el
cliente: ordenar, editar y organizar la información para
poder comunicarla. Buscar
un concepto sólido y que se
comunique de una manera
original.
Original no quiere decir necesariamente bonita o extravagante: puede
ser tremendamente fea o
convencional, o divertida y
rara, clásica o moderna…
Lo importante es que sea
coherente con el concepto.
Un referente a quien admiras
dentro del diseño…
Muchos. De fuera: Paul
Rand, Jost Hochuli, Philip Millot, Mevis & Van Deursen,
Corinne Zellweger, Derek
Birdsall, Henry Tomaszewski,
Josef Müller-Brockmann, Tibor Kalman, Max Bill etc. Y,
si hablamos de diseñadores
españoles: Daniel Gil, Joan
Brossa y Astrid Stavro.
¿Cómo y cuándo decidiste dedicarte al diseño gráfico?
Estudié Ciencias de la
Información. Cuando terminé la carrera empecé a ganarme la vida haciendo de
mensajera en un estudio de
diseño que hacía los artes
finales de la agencia de publicidad Ogilvy. En la oficina
había un Mac y en mis ratos
libres aprendí a usarlo haciendo mis propias versiones
de los bocetos que veía pulular por allí. Descubrí que
era algo que me divertía.
Después de un año consideré que había aprobado
con nota mi máster en mensajería y tomé la decisión
de volver a Gran Canaria,
a casa de mi madre, para
ofrecerme gratis como junior
en agencias y poder estar
cerca de gente con talento
de la que aprendí el oficio
trabajando y observando.
Volví a Madrid y trabajé en
Tiempo BBDO y TBWA como
directora de arte durante
algunos años y al cabo de
un tiempo tuve suficientes
clientes para poder independizarme como freelance.
Tiempo BBDO y TBWA son dos
de las agencias más importantes, ¿qué te aportó esta experiencia?
En publicidad aprendí a
sufrir, a trabajar en equipo
y a manejar conceptos. Me
enseñaron que copy y arte
están en función de lo importante: el concepto. Pero
lo fundamental de esa experiencia fue darme cuenta
de que tenía que aprender
otro oficio con el que poder
ganarme la vida para poder salir de allí corriendo y
no volver nunca más.
¿Lo que te motivó a plantarte
un día decir: «voy a trabajar por
mi cuenta, como freelance»?
Graves problemas con
la autoridad y un desacuerdo total y absoluto con los
valores que se manejan en
publicidad. El mundo de las
multinacionales que conocí
era machista, despiadado
y falto de ética. No quise
envejecer allí. Además, me
horrorizaba su afán por ostentar, por hacernos creer a
empleados y clientes que lo
que vivíamos era guay porque el entorno en que se desarrollaba nuestro trabajo
era sofisticado y estupendo.
Salas de reunión redondas,
camareras que nos llevaban
el desayuno… me ponía enferma tanta frivolidad, ese
empeño en crear un ambiente lúdico y enrollado cuando
nuestro día a día era terrorífico. Después de meses metidos allí durante catorce horas diarias, de lo único que
tenía ganas era de prenderle fuego a las mesas de
ping pong. A veces les pedía que ya que estaban, me
pusieran una camita. Al final
puse mi oficina donde tengo
la camita. No creo que sea
casualidad.
¿Qué diferencias encuentras
respecto a trabajar para una
agencia a hacerlo de forma independiente? En el sentido de
qué aspectos positivos y negativos te has encontrado en ambos casos.
Trabajo en casa. Cocino, le doy de comer al perro
mientras atiendo las llamadas, contesto emails, diseño una portada, me peleo
con algún ex novio o con
la impresora… En fin, cero
glamour. Es completamente
diferente, como freelance,
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