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Artículos
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Querida Cira,
Como ya sabrás, hace
unos meses que me jubilé,
como profesor claro, porque
como diseñador me apetece
seguir haciendo cosas, sobre
todo ahora que puedo permitirme hacerlas desde la
tranquilidad.
Tenía pendiente escribirte desde hace tiempo.
Recuerdo con cariño todas
nuestras conversaciones. La
verdad es que mantengo
el recuerdo entrañable de
algunos de vosotros y especialmente de los debates que disfrutamos ante un
café. En estos meses tranquilos he tenido tiempo de
reflexionar y he estado
pensando en todo lo que he
aprendido, he creído que te
gustaría que lo compartiese
contigo.
Han sido muchos años
en activo y muchas las cosas
que he aprendido, o mejor
dicho que sigo aprendiendo
a diario. Como imaginarás
estos años han estado repletos de evoluciones y cambios,
hablo de evoluciones que no
siempre han sido avances y
de cambios que en muchas
ocasiones han sido a peor.
Recuerdo la época en
la que los clientes te buscaban y no llegabas a todo y
también cuando los trabajos
se cobraban a precios impensables ahora. Eran tiempos en los que los trabajos
que se enviaban a imprenta se arte-finalizaban en
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imprenta, existía la fotomecánica y se
formaban equipos de 10 personas para
desarrollar una web… Ahora existen
innumerables plataformas donde te las
puedes hacer gratis.
En estos momentos es necesario trazar estrategias para encontrar a clientes,
la fotomecánica se ha extinguido y hay
clientes que quieren que trabajes gratis.
Incluso recuerdo que se diseñaba sin ordenadores y viví los tiempos del fax, en
los que internet y las redes sociales eran
impensables. ¿Te imaginas ahora tu vida
sin internet? En aquellos tiempos nuestras
estanterías estaban llenas de libros para
inspirarnos, y esto siempre lo tomé al pié
de la letra, jamás copié los trabajos de
otros… Pero no voy a seguir, que si no
va a parecer que estuve en la Puerta de
Tannhäuser.
De todo esto he aprendido que las
cosas cambian y que hay que adaptarse, a veces cambian para un tiempo
después volver al mismo sitio y a veces
cambian para siempre. Sea como sea,
hay que adaptarse y no vale la pena vivir en aquello de que ‘cualquier tiempo
pasado fue mejor’. Siempre pensé que
mi tiempo es el de ahora, en el que ‘soy
y estoy’; además en los cambios siempre
hay cosas positivas y nuestra tarea es
buscarlas.
En mi caso, a pesar de
los cambios siempre he seguido teniendo buenos trabajos. Confieso también que
he trabajado gratis en algunas ocasiones para amigos que se casaban o iban
a montar su empresa sin un
duro y para algún cliente que era ‘una oportunidad’… De esto aprendí que
en la mayoría de ocasiones
ni lo agradecen ni lo valoran
y que no puedes pretender
cobrar después lo que un
día hiciste gratis.
En este sentido tomé
bien temprano la decisión
de que jamás iba a trabajar gratis para un proyecto
que tuviese un rendimiento
comercial o en el que no tuviese libertad absoluta en
su desarrollo. Aunque ahora,
con la vista atrás, lo que más
me molesta es la de veces
que he trabajado gratis sin
ser consciente de ello, por no
tener organizados mis costes
y por lo tanto no ser consciente de la rentabilidad de
cada proyecto que desarrollaba. Mea culpa.
De las múltiples urgencias y momentos en los que
parecía que se acababa el
mundo descubrí que en muchas ocasiones son falsas y
que lo que el cliente considera urgente de vida o muerte,
cuando entregas el trabajo
deja de serlo. Las prisas no
son buenas compañeras de
viaje.
De cuando escasea-
ban los clientes aprendí que no
debía quedarme quieto y que
además de ser un buen momento
para salir a buscarlos también
descubrí que se puede diseñar
sin tener clientes. De hecho, de
esos periodos salieron algunos
de los trabajos más interesantes
de mi carrera, como libros, objetos promocionales, trabajos en
colaboración con otros, exposiciones…
Del ego aprendí que de la
buena escucha y el trabajo en
equipo pueden nacer magníficos
proyectos y que al igual que es
necesario tener autoestima, en
los niveles adecuados, los egos
son absolutamente innecesarios.
Del dinero, por desgracia,
también tuve que aprender que
si quieres que esta sea tu profesión es necesario hablar de él
y que siempre, siempre hay que
pedir un adelanto antes de comenzar a trabajar y cerrar las
formas de pago. Y que hay que
ganar dinero con el trabajo que
uno desarrolla, al menos para
poder vivir dignamente. En caso
contrario, esto no hubiese sido mi
oficio durante tantos años.
Del valor hacía mi trabajo,
a lo largo de mi carrera me he
encontrado a muchas personas,
tanto clientes como allegados,
que no han valorado mi trabajo
y no pasa nada. Quizás yo sin
darme cuenta tampoco he valorado el de ellos y quizá ellos
tampoco eran conscientes de que
no valoraban el mío. Quizá ninguna de las dos partes supimos
hacer que se valorase. Las cosas
son como son. Pero aprendí que
soy yo el que debe valorar mi
trabajo para poder encontrar a
personas que lo valoren… Y por
suerte (o trabajo) las he encontrado en múltiples ocasiones.
De los clientes aprendí que
hay clientes con los que no debí
trabajar nunca, que ellos ayudaron a que me desprofesionalizase, me enfadase, perdiese
dinero y estuviese al borde de
la mediocridad en algunas ocasiones y que la responsabilidad
era mía, no suya. Con la experiencia aprendí a identificarlos
en la primera reunión y a decir no… este ha sido uno de los
aprendizajes más afortunados.
Los buenos clientes, los que
a veces se encuentran y otras es
necesario buscarlos, me enseñaron que para trabajar con un
buen profesional primero debes
de ser un buen profesional y que
se debe trabajar con seriedad y
rigor por ambas partes. Ya sabes que no soy católico pero hay
una frase que creo que contiene
dosis de realidad ‘Dios los cría y
ellos se juntan’, para lo bueno y
para lo malo.
También aprendí a llevarme
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