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Sin olvidar a nuestro poeta Florencio Delgado que cantó,
con voz propia en sus versos, los colores púrpuras, ocres,
verdes y amarillos en ese paisaje del cultivo de la vid. Terminando los caldos de los racimos en el interior de la tierra
y conservándose para ser degustados, ya en su sazón, en la
“Fiesta de las cuevas” de Vilamartín.
destacando las espadañas de Santo Estevo en A Rúa Vella
y la Iglesia neogótica de Gaudi en Fontei, para poder descansar y reponer fuerzas en una jornada llena tanto de experiencias internas como del propio paisaje, que nos permea por los poros y los sentidos y lo grabamos en la retina.
Imágenes que habían formado parte de nuestros sueños.
Traen memorias las aguas del Malecón en O Barco y las
huellas del románico de A Pobra y, dejándonos en el Bañadoiro, veremos las aguas que nos acompañan hasta Valencia sin dejar de escuchar el canto de la piedra que pulen los
canteros haciendo el arte de los arxinas. Al llegar a A Rúa,
el río se abre formando una laguna de 10 islas, considerada
como reserva de la biosfera, formando un paisaje lacustre
en la que anidan las aves, las lontras...
Al día siguiente, el Sol nos calentará la mochila por el lomo
y veremos paisajes formados en eras geológicas pretéritas.
Y le deseamos un buen Camino! a este hermoso proyecto
que nos lleva hacia delante como fotógrafo del paisaje infinito de estos Caminos que recorren la huella espiritual de la
humanidad, esa eternidad que se refleja en las aguas vivas
y doradas del río Sil.
Este final de etapa se expande en una larga panorámica,
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