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el que le da vida a la ranchería, si el fuego no se prende
todos los días, significa que la casa no tiene vida, no existe
(Díaz Pushaina et al., 2016).
Hay momentos especiales en la vida de los Wayúu que
marcan hitos en su cultura. Estos momentos de la vida de
los indígenas, estos rituales, se repiten constantemente
para que su equilibrio cultural se mantenga intacto y
revitalizado, cada vez que estos son efectuados (Campo
et. Al, 2018). Son muchos los rituales que son conservados
por la etnia Wayúu, la mayoría aún son realizados por ellos
con bastante rigor y en todos estos hitos siempre hay un
elemento común: la comida.
1. El ritual del encierro o volver a nacer
Territorio, alimentación y rituales ancestrales
Por: Sandra Rodríguez Torres
La cocina hace parte de la cultura de los pueblos, es un
lazo de unión con su pasado, con su historia y su identidad;
hace parte del legado que heredan de los antepasados y que
refleja la forma de vida la comunidad. La gastronomía narra
la cultura de los pueblos, sus costumbres y sus estilos de
vida. Los alimentos que se comen, cómo, dónde, cuándo,
por qué y para qué, son parte de la identidad cultural junto
con las restricciones y prohibiciones propias de cada
grupo (Miranda, 2017).
Para la cultura Wayúu los alimentos son una conexión
muy significativa de la persona con la naturaleza. Por esta
razón, han tratado de conservar su cocina, cada familia ha
transmitido su conocimiento a las nuevas generaciones.
Para esta etnia, es fundamental conservar su identidad, su
sistema de creencias, los conocimientos heredados, junto
a la cocina y a la apropiación del territorio, que para ellos
es sagrado. Mantener vivo su lenguaje, el Wayúunaiki, y
preservar la organización social establecida en clanes, las
técnicas medicinales y las prácticas de sus rituales, entre
otros (Reyes, 2019).
Esta etnia está cargada de costumbres, tradiciones y
rituales propios, que han transmitido a través de la oralidad.
Aunque, con el paso de los años, esta transmisión oral,
sumada a factores como el contacto con otras culturas, ha
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generado una pérdida o modificación de algunas de sus
tradiciones ancestrales, la mayoría de ellos aún conservan,
en un alto porcentaje su legado (Miranda, 2017).
El territorio Wayúu está organizado en rancherías, éstas
son conjuntos de casas, generalmente de bahareque
y yotojoro (madera extraída del corazón del cactus
seco), donde los habitantes están unidos por un lazo de
parentesco. Cada casa o unidad tiene un uso específico
que responde a las necesidades de la familia.
Dentro de una ranchería se pueden encontrar las
siguientes unidades: 1. Habitaciones, espacios cerrados
de forma rectangular, usados para dormir. 2. Enramada,
espacio cubierto, generalmente sin paredes destinado
al descanso, reuniones sociales, trabajo de tejeduría
y dormitorio de visitantes. 3. Cocina, cuenta con un
fogón de piedra en el suelo. 4. Corral, redondo, ovalado
o cuadrado para cabras o caballos. 5. Roza, similar al
corral utilizado para proteger los cultivos (Ministerio de
Cultura, 2017).
La comida para los indígenas Wayúu está asociada al
bienestar de la persona y de la comunidad, la vida en las
rancherías se desarrolla alrededor de la cocina, aquí no
solo se preparan los alimentos, sino que se reúnen para
compartir. El fuego debe permanecer encendido pues es
Un rito muy común entre los Wayúu es el encierro o
Asülajawaa, hay tres tipos de encierro: el Majayura o
blanqueo o encierro de la señorita, que es un ciclo
de enseñanza, el encierro por sueño que se hace por
prevención, y el encierro a quien ha quebrantado las
normas, que se utiliza para la purificación (Reyes, 2019).
• Encierro de la señorita, blanqueo o Majayura
Este ritual está relacionado con el paso de niña a señorita. Este
encierro es la preparación para el futuro, aprenden a tejer
mochilas y chinchorros, normas de comportamiento en su
hogar, el respeto y atención a los mayores, las costumbres y
deberes que tienen las mujeres Wayúu. Simboliza el deseo
de convertirse en una mujer que siga el ideal estético y
moral tradicionales (Díaz Pushaina et al., 2016).
Cuando llega la primera menstruación, la niña Wayúu es
encerrada en un rancho que se ha construido para este fin,
dentro de la ranchería de la familia, le cortan el cabello
y lo guardan, es bañada y acostada en un chinchorro alto
para que no pueda bajarse. No puede hablar ni ver o ser
vista por hombres, es atendida por su madre, abuela o
alguna tía cercana. Estos rituales simbolizan el inicio de
su nueva condición social (Mazzoldi, 2004).
La niña que está encerrada tiene una alimentación
diferente. Durante los primeros tres días no puede recibir
ningún tipo de comida o bebida, para que las maldades
que tiene de la niñez sean expulsadas de su cuerpo.
Posterior a esto, es bañada y su primera comida debe ser
blanca, a base de mazamorra de maíz y algunas infusiones
de plantas especiales que le servirán para su cuidado y
belleza y protegerán su sangre. Para la segunda comida
ya se puede incluir carne de chiva. No puede consumir
azúcar, ni grasa. Debe continuar con esa dieta hasta que
gane algo de peso. No tiene permitido comer por ella
misma ni utilizar la cuchara el primer mes, por lo que es
alimentada directamente por alguien más. La comida más
abundante que recibe es a la finalización del encierro
(Mazzoldi, 2004).
La dieta a base de maíz sin azúcares le da al cuerpo
resistencia después del ayuno de los primeros tres días. La
disciplina en la dieta y en el uso de las plantas le proveen
de cualidades estéticas y morales que forjarán su vida de
mujer adulta con buen estado de salud, ausencia de canas,
dientes en buen estado, piel firme y control de la fertilidad
(Mazzoldi, 2004).
Se tiene la creencia que, si no se hace el encierro, la joven
no tendrá un cuerpo sano y firme y se envejecerá de manera
prematura, al igual que es una justificación para que la piel
de la señorita se torne un poco más pálida, cualidad muy
perseguida por los hombres (Campo et. al, 2018).
La duración del encierro varía dependiendo del lugar
donde vivan, pueden ser días, meses e incluso años. Al
salir del encierro ya puede ser pretendida en matrimonio
y se realiza una fiesta en su honor y se baila la Yonna (Díaz
Pushaina et al., 2016).
• Encierro por sueño
Este encierro se da cuando un Wayúu tiene un sueño en el
que se revela algún peligro. Generalmente es un familiar
muerto el que manifiesta si va a haber un problema, una
enfermedad o cualquier situación. Cuando esto ocurre,
la mujer mayor de la familia es la encargada de realizar el
encierro a la persona que, según el sueño, está en peligro.
Es bañada a la media noche con plantas medicinales y agua
fría. El tipo de planta medicinal, tanto para el baño como
para tomar en infusión, depende de la interpretación que
se da al sueño (Díaz Pushaina et al., 2016).
A la persona encerrada le hacen un amuleto con plantas
medicinales y, algunas veces, con piedras semipreciosas
que le ayudarán a alejar el peligro y los enemigos.
Este ritual se hace por prevención para que la persona
reflexione y aprenda sobre los peligros y la manera de
cuidarse. Dura alrededor de tres días. Al finalizar este
encierro se realiza una Yonna y una comida. Dependiendo
del sueño se prepara una determinada comida y se visten
de un color especial (Díaz Pushaina et al., 2016).
• Encierro como orden social
La familia del agresor o de quien haya cometido una
falta debe resarcir a la familia de la víctima y buscar
la purificación espiritual restableciendo las normas
quebrantadas por el mal en esa comunidad (Díaz Pushaina
et al., 2016).
Los Wayúu piensan que hay un espíritu maligno que es
el responsable de que los hombres cometan delitos o
crímenes, por lo tanto, el hombre al no ser el verdadero
culpable debe a través de este encierro de purificación
expulsar dicho espíritu para que se pueda restituir el
orden social en la comunidad. Este hombre que ha sido
contaminado por el mal necesita un ritual sagrado, con
una serie de privaciones, entre ellas la libertad, algunos
alimentos y un castigo, para poder sanearse. En este rito
hay tres momentos: el baño, el encierro y la comida, que
varían dependiendo de la familia y de la gravedad de la
falta y buscan que, al final de este, haya una purificación
del alma y una redención del cuerpo (Molina, 2013).
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