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Sobre la cultura de la alimentación
La cultura alimentaria de la comunidad Wayúu ha
sido históricamente rica y variada, de acuerdo con los
diferentes territorios en que están asentados y, de igual
manera, de acuerdo con las estratificaciones y nivel
socioeconómico de las familias propias de esta etnia.
Varían las condiciones de cocinas, enseres y utensilios
disponibles, los productos al alcance de cada bolsillo,
las técnicas y los hábitos de consumo, como lo muestra
el inventario de alimentación construido en el marco de
este proceso. Ha sido una comunidad fuerte que logró
arraigarse desde hace cientos de años en estos territorios
áridos y complejos en sus ecosistemas de la Guajira
colombiana y en la Zulia venezolana.
Sin embargo, se pueden identificar diferentes factores
que han impactado estos ecosistemas en sus componentes
bióticos (flora y fauna), abióticos (aire, suelo,
paisaje, clima) y con mucha fuerza en las condiciones
socioculturales de sus pobladores –principalmente a lo
largo del siglo XX y XXI-. Entre los factores identificados
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podemos mencionar los de tipo ambiental, político,
económico, social, así como también religioso y de
orden tecnológico, que han desmejorado las condiciones
de vida creando problemáticas que estas comunidades
jamás enfrentaron en otros momentos de su historia.
Desde luego, esto se ha reflejado en el aumento de los
niveles de pobreza multidimensional en los territorios.
Para 2017, según el Dane, Uribia (27,0%), Maicao (8,7%)
y Manaure (20,0%) se encontraban entre los municipios
con índices de pobreza multidimensional más graves
a nivel departamental y nacional. Se debe tener en
cuenta que estos porcentajes reflejan la población que
se encuentra por encima del 80% dentro del índice de
pobreza multidimensional, lo cual resulta alarmante
para la población Wayúu que es la más vulnerable dado
que en zonas rurales donde habita aproximadamente un
55,5% de la población no hay acceso a servicios básicos
(acueducto, alcantarillado, recolección de basuras) así
como tampoco se puede garantizar el acceso a alimentos.
El otro 44,5% de población Wayúu que están en cabeceras
municipales, de igual manera enfrenta problemas de
acceso a alimentos y adicionalmente sufre de manera más
sensible distintos tipos de violencias por discriminación.
Este panorama, en general, muestra que para las familias
más pobres de la población Wayúu la alimentación se ha
convertido en un asunto de supervivencia y que poco o
nada importa la calidad de los alimentos puesto; que la
urgencia es la de recibir un mínimo para la subsistencia.
Aquí encontramos una de las problemáticas más sensibles,
debido a que, ante el hambre, reciben lo que pueda
mitigar transitoriamente la situación. Sin embargo, esto
viene ocurriendo hace años. Según la misma población,
no se han diseñado programas estructurales, transversales
y de largo aliento para revertir la situación. Promover las
economías tradicionales y las transmisiones de saberes de
los oficios en el territorio para de nuevo cosechar en sus
cultivos familiares los productos básicos de subsistencia,
podría ser el comienzo.
En este sentido, es valioso resaltar que muchas de las
ayudas humanitarias, así como programas de apoyo
alimentario de nivel departamental y municipal
desatienden las condiciones socioculturales de estas
comunidades étnicas contribuyendo en gran medida con
la pérdida de su cultura alimentaria, generando unos
hábitos de alimentación que en el mediano y largo plazo
hacen un impacto negativo en su salud y olvidando que
la alimentación es un derecho fundamental. Es decir,
que ayudas humanitarias de primer nivel de urgencia y
asistenciales no deberían permanecer como soluciones
únicas a los problemas de malnutrición y desnutrición. Por
el contrario, se deben promover acciones estructurales
de tipo intersectorial, y de largo aliento, para garantizar
el bienestar de los territorios hacia el mediano y largo
plazo. En este sentido se ha avanzado con las sentencias
T302-2017 y T-080-2018 emitidas por la honorable Corte
constitucional, pero sin embargo hay aún mucho camino
por recorrer.
“La Corte considera que la solución a la crisis de
desnutrición de los niños y niñas Wayúu requiere que
todas las entidades públicas superen los prejuicios y
los estereotipos étnicos. Es injusto y discriminatorio
generalizar sobre toda la población Wayúu para sostener
que “ellos”—refiriéndose a todos los indígenas Wayúu—
“no se dejan ayudar”—como si las facetas prestacionales de
los derechos no fueran obligatorias, sino optativas, cuando
se trata de estas comunidades, y como si las comunidades
estuvieran pidiendo “ayudas” o asistencialismo por parte
del Estado, cuando lo cierto es que las comunidades
Wayúu rechazan las medidas asistencialistas. Es cierto que
existen dificultades en la concertación de los programas,
pero estas dificultades son similares a las que genera una
intervención social en cualquier parte del país.
Las dificultades del diálogo y la concertación son parte
del ejercicio ordinario de la función pública, no son
un aspecto extraordinario y particular a la comunidad
Wayúu. Hay particularidades propias de este caso,
pero se trata de eso: particularidades de un problema
que se expresa en muchas formas. En este contexto las
entidades públicas deben hacer todo lo que esté a su
alcance para dialogar efectivamente con los destinatarios
de las intervenciones del Estado y para ofrecer espacios
efectivos de participación. Lo difícil que pueda ser
esta concertación no las releva de sus obligaciones, y
no convierte los derechos fundamentales en “ayudas”
que el Estado central puede otorgar o no de manera
discrecional.” ST-302. Corte constitucional.
El impulso del proceso desarrollado en el territorio en
el marco de este convenio da cuenta de la situación y
muestra en detalle las condiciones de las comunidades
involucradas en el estudio, además deja ver las voces de
sus principales protagonistas.
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