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Censo NaciONal de Población y Vivienda – 2018.
En ese sentido la alimentación del pueblo Wayúu también
ha estado ligada a la oralidad y la espiritualidad. Los
alimentos son catalogados entre permitidos y prohibidos
teniendo en cuenta el ciclo vital en que se encuentre la
población, así como, en algunos casos, el género: por
ejemplo, si quien los consume es una mujer en la primera
menstruación, una mujer embarazada, una mujer en
etapa de post parto, un bebe, un niño, un adulto mayor
o un enfermo. En muchos casos, las preparaciones de los
alimentos y sus rituales están relacionados con calendarios
productivos, actividades colectivas o claniles sociales y
culturales. Cada uno de estos momentos está marcado
por unos códigos de comportamiento, por unas prácticas
establecidas y por unos actores del territorio. Por ejemplo,
cuando la niña biológicamente se desarrolla sólo puede
tener contacto con su abuela y su madre; en el caso del
embarazo, y hasta un tiempo después del nacimiento,
los cuidados deben ser asumidos por padre y madre. A
continuación, se describen algunos cuidados al respecto:
“Las mujeres cuando estaban embarazadas se cuidaban
en la alimentación, en el sentido que, por ejemplo, la
mujer no podía comerle a cualquiera; o sea que llega a
la vivienda de una persona y le va a recibir…no, no le va a
recibir. Solamente en su casa. ¿Por qué? Porque cuando
nace el bebe, entonces empieza esa etapa de diarrea y
desnutrición porque eso también le cae mal. Se tiene
la creencia que lo que recibe la persona de otro, puede
ser una persona que haya sido homicida, que haya hecho
cosas malas, que tenga malas energías y ella al recibirle
ese alimento eso le genera consecuencias cuando ya
nace el bebé. (…) Tampoco pueden comer alimentos
traídos del cementerio, que se hayan preparado en un
velorio, o preparados por una persona que haya hecho
una exhumación de restos (…) Tampoco pueden ver
personas que hayan muerto en situaciones fuertes, que
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las hayan asesinado o que hayan muerto en un accidente
(…) Ese es el cuidado que había en la mujer embarazada
antes, que ya no se ve. Mientras el bebé todavía tiene
la conexión con la madre de tomar el seno, ella todavía
tiene que cuidar su alimentación.” (Ranchería de
Palenstu, Maicao, 2020).
Por ejemplo, el encierro, ritual realizado al momento de la
menarquia, ya no se realiza de la forma tradicional que, en
el pasado, consistía en un aislamiento prolongado de una
niña en un lugar de la ranchería para recibir de su abuela
todos los conocimientos y consejos necesarios para ser
una mujer adulta Wayúu. En este ritual, por lo general a las
niñas les cortaban el pelo a ras del cráneo para producirles
la sensación de pudor, les suministraban tomas de
bebidas preparadas con raíces y frutos del desierto para
el fortalecimiento del cuerpo, les restringían alimentos
como la carne y realizaban baños en la madrugada. En
esta etapa que podía durar meses, e incluso años, la niña
preparaba su cuerpo para la rudeza de la vida adulta en el
desierto y al salir se espera de ella una mujer con carácter y
fortaleza para enfrentar la vida en su territorio y funciones
con la comunidad. (Palenstu, 2020).
En la actualidad, en muchos territorios y rancherías, los
pobladores cuentan que las niñas de su comunidad hoy
viven el encierro de manera muy limitada, tan sólo un
semana o máximo un mes. Algunos manifiestan que las
niñas ya no realizan el ritual, dado que las familias se han
insertado en las dinámicas institucionales occidentales
como los calendarios escolares etc. En otros casos, al
parecer por los cambios en la cultura alimentaria, muchas
niñas han iniciado su menarquia a muy temprana edad,
8 a 9 años, por lo cual las condiciones han variado y las
abuelas hoy no sienten la confianza para conversar con
niñas que aún no tienen consciencia de lo que significa la
etapa adulta y de fertilidad.
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