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MIGUEL ÁNGEL SANTOS REGO / ¿SON LOS FONDOS DE CONOCIMIENTO UNA OPORTUNIDAD?
lar demanda de personas para el ejercicio de un liderazgo que ha de saber
combinar técnica y compromiso.
2. CRISIS DE SALUD GLOBAL, INCERTIDUMBRE
Y LIDERAZGO EDUCATIVO
Poca duda puede haber de que la crisis vírica, de la que aún ahora estamos saliendo, debilitó el sistema educativo. Y aunque el reclamo al que
acabamos de aludir no sea precisamente de ayer, puede que la crisis de
salud global propulsada por la pandemia del Covid-19 lo haya extendido, toda vez que su repercusión en los ambientes socioeducativos menos
favorecidos ha sido, y continúa siendo, deleznablemente acusada. Teniendo en cuenta, además de otras variables input, la escasez de medios
(también tecnológicos) y la fragilidad de los espacios de aprendizaje a los
que se ha visto abocada la infancia y la juventud en miles de hogares a
nuestro alrededor.
Tal punto de innexión sobrevenido, en absoluto imaginable, ha innuido, como pocas veces en la historia, el marco de percepción que orienta la representación general sobre la educación y las avenidas que esta
ofrece para alterar en positivo el destino biográoco de los seres humanos.
Con sus fortalezas y sus debilidades, al amparo de expectativas ligadas a
contextos cuya interrelación (familia, centro escolar, sociedad civil, políticas públicas...) dibuja coordenadas de mayor o menor esperanza en el
horizonte.
Es la incertidumbre a la que hay que saber dar respuesta para no quedar atrapados entre la ansiedad y la parálisis. Y en esa dirección, la formación del profesorado en instituciones de educación superior a la altura
de las circunstancias es un activo nuclear, pero que no ha de olvidar la
mancomunada identiocación y soporte de líderes educativos capacitados y con un carácter nexible en su disposición de servicio, no anclada en
patrones de una rígida accountability, de herméticos lindes, sino abierta a
otros legados y manifestaciones de alcance curricular en los aledaños de
la escuela, de factible aprovechamiento académico y aún didáctico, e incluso de palanca motivacional para elevar los gradientes de implicación
de la comunidad educativa.
Estamos persuadidos de que la actual coyuntura es propicia a una propositiva re-imaginación del liderazgo educativo, que no ha de verse constreñido o, si se preoere, estandarizado, por leguleyas normas y añejos reglamentos. Ello sería tanto como reproducir esquemas de antaño en una
sociedad del conocimiento, pues en esta se supone que la innovación requiere de combinaciones ágiles en una toma de decisiones suocientemente inclusivas, y en estrecho contacto con profesores, familias y estudiantes.
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