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FUNDAMENTO TEÓRICO DEL PROGRAMA LIDERAZGO PARA UNA EDUCACIÓN INTEGRAL / SEGUNDA PARTE
todos trabajan de manera alineada. La asoxia burocrática a la que están
sometidos los directores debe terminar. Contar con apoyos administrativos sería de gran ayuda. Por ejemplo, cabría plantearse si los técnicos
de la Administración Civil, como ya lo son los inspectores, pudieran
ser un apoyo importante en el devenir, cada vez más complejo, de las
responsabilidades administrativas y legales de los centros.
Por otra parte, el ejercicio del liderazgo escolar debe tener la mayor autonomía posible, sin menoscabo del principio de igualdad de
oportunidades y sin faltar a la equidad y a la inclusión que debe regir
como criterio fundamental en la totalidad de los centros del sistema
educativo. Esa autonomía no debe ser solo retórica o estar restringida a
una toma de decisiones muy básica sobre los recursos que se gestionan.
Debe ampliarse a cuestiones curriculares (como la propia LOMLOE ya
plantea), y podría pensarse en abordar la gestión de los recursos materiales del centro para promover una transformación social en el contexto local o la capacidad para recibir onanciación extra a partir de esos
recursos materiales. No parece muy adecuado que los recintos deportivos o las bibliotecas de los centros escolares estén cerrados fuera del
horario lectivo mientras nuestros adolescentes y jóvenes echan en falta
lugares donde practicar deporte o, sencillamente, juntarse para socializar, preparar exámenes o desarrollar trabajos escolares en equipo. Una
mayor autonomía para hacer uso, por ejemplo, de esos espacios sería
una riqueza para promover proyectos de centro innovadores por un
buen líder pedagógico.
La autonomía exige también mayor nexibilidad por parte de la administración educativa a la hora de establecer calendarios y horarios
escolares. Una programación competencial basada en aprendizajes
por proyectos y metodologías activas, como se dijo, puede ser una revolución en los conceptos que tradicionalmente ha tenido la escuela
sobre los espacios y los tiempos de la enseñanza de las materias. Romper la inercia a la que dan lugar esas conceptualizaciones no es fácil sin
marcos nexibles. La LOMLOE lo permite y la administración educativa
debiera propiciarlo con mayor intensidad. Como igualmente propiciar
programaciones menos rígidas. El proyecto de centro, como un todo
holístico, debe cobrar ahora más importancia que el aula.
Ahora bien, en este sentido es evidente que no podemos hablar de
autonomía y nexibilidad sin unirlo a la necesaria responsabilidad.
La administración educativa debe velar para que, sin menoscabo de
la autonomía de los centros y de los directores, queden garantizados
de manera homogénea los principios de igualdad de oportunidades,
la equidad entre todo el alumnado y la inclusión de todas las perso-