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MIGUEL ÁNGEL SANCHO / LIDERAZGO EDUCATIVO Y AUTONOMÍA ESCOLAR
que se encuentran más cercanas a los problemas y disponen de más información. Pero más relevante es cómo la autonomía puede, con un adecuado liderazgo, activar el sentido de responsabilidad del profesorado y
de todos los miembros de la comunidad educativa implicándoles en el
proyecto educativo, de forma que asuman el papel que les corresponde
con iniciativa.
En ese sentido es signiocativo el informe (McKinsey, 2010) International trends: How the world’s most improved school systems keep getting better, donde se analizan veinte sistemas educativos y seiscientas intervenciones.
En una de sus conclusiones, se viene a aormar que existe una importante
correlación entre el proceso de mejora de un sistema escolar y el grado
de control central sobre las actividades de las escuelas individuales y su
desempeño. En sistemas con pobres resultados, que, en general, se caracterizan por tener educadores de baja capacitación, se tiende a ejercer un
control estricto, central, sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje
con el on de minimizar el grado de variación entre las clases individuales
y en todas las escuelas.
Por el contrario, los sistemas que evolucionan de bueno a excelente, los
cuales se caracterizan por disponer de educadores con más capacitación,
proporcionan solo pocas orientaciones centrales para la enseñanza y el
aprendizaje, con el on de fomentar la creatividad y la innovación inter
pares dentro de las escuelas, factor central para aumentar el rendimiento.
También, en el marco de los informes PISA se ha tratado de la relación
entre autonomía y liderazgo, y su conexión con la mejora de la educación. En PISA 2015 se aormaba citando la investigación de varios autores
(Branch, Hanushek y Rivkin, 2013; Grissom, Loeb y Master, 2013; Heck,
Larsen y Marcoulides, 1990; Murphy, 1990) que las escuelas más efectivas
están dirigidas por directores que deonen, comunican y construyen consensos alrededor de los objetivos del centro, asegurando que el currículo
y la metodología estén alineados con los objetivos y fomentando unas
relaciones fructíferas en la comunidad escolar.
El liderazgo educativo es efectivo cuando se puede ejercer la función
directiva en un marco de autonomía. Pero siendo esta una condición necesaria, no es suociente para la mejora en los resultados de los alumnos
y, en general, para la mejora del centro educativo. Necesita ir asociada a
efectivos sistemas de control (rendición de cuentas), cualiocados profesores y fuerte liderazgo para diseñar evaluaciones internas y currículos
(Hanushek, Link y Woessmann, 2013).
De hecho, los resultados de la investigación que se acaba de referenciar sugieren que la autonomía afecta negativamente al rendimiento de
los alumnos en los países en desarrollo y de bajo rendimiento, pero positivamente en los países desarrollados y de alto rendimiento.
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