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ALGUNAS PERSPECTIVAS EN LIDERAZGO ESCOLAR / PRIMERA PARTE
AUTONOMÍA, IGUALDAD Y EQUIDAD
Hay una falsa oposición entre igualdad y especialización o diversidad.
Por igualdad a veces se entiende uniformidad. El principio de igualdad
es acorde con el desarrollo de las diversas capacidades e intereses que lógicamente dará lugar a una diferenciación y diversidad, legítima y enriquecedora. La igualdad mal entendida conduce al igualitarismo que
pretende uniformar situaciones y resultados que no responden a las diversas capacidades y actitudes de las personas.
Por ello, igualdad no debe confundirse con equidad, aunque guardan
cierta similitud. Un sistema educativo se considera equitativo cuando
es capaz de atenuar las desigualdades socioeconómicas existentes en la
población, de tal forma que ofrezca a los estudiantes igualdad de oportunidades en el acceso a una educación de calidad y les garantice que su
rendimiento académico vendrá determinado por su esfuerzo y capacidad, independientemente de su contexto social, económico y familiar.
La desigualdad educativa implica dispersión en los resultados académicos y, por tanto, no supone, necesariamente, un aspecto negativo del
sistema educativo, siempre y cuando estas desigualdades se expliquen
por diferencias en los niveles de capacidad, interés y/o de esfuerzo de
los estudiantes. Por el contrario, hablaríamos de inequidad del sistema
educativo si las diferencias en las circunstancias socioeconómicas de los
alumnos fueran las causantes de tal dispersión (Sicilia y Simancas, 2017).
Pues bien, la autonomía escolar en cuanto capacidad de implementar
proyectos educativos diversos, adaptados a las necesidades concretas que
presenta el alumnado y acordes con sus capacidades y orientaciones profesionales, contribuye a hacer realidad la equidad educativa. Da respuestas y medios en función de los diversos intereses y toma en consideración
los factores socioeconómicos precisamente para que no condicionen negativamente las expectativas y logros educativos de los alumnos.
AUTONOMÍA Y CALIDAD DE EDUCACIÓN
La autonomía como tal no es un factor determinante de la calidad educativa. Una autonomía que no va acompañada de recursos para poderla
fructiocar, incluso puede ser un elemento negativo si no se tiene la capacidad de aprovecharla positivamente. Por eso requiere de un liderazgo
educativo, proyectos y profesorado que pueda desarrollar su actividad
docente en el amplio marco que le permite la autonomía escolar.
Martín Ortega (2009) considera tres elementos que deben acompañar
a la autonomía para que sea un factor de mejora: evaluación y control,
liderazgo y vertebración dentro de la escuela, y formación del profesorado. Es positiva la idea de aproximar la toma de decisiones a las personas