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Según miembros de la Junta Mayor Autónoma de
Palabreros estas religiones como la evangélica y cristiana
hacen un impacto cultural tan fuerte que tienen
efectos sobre la ritualidad, alimentación, economías
tradicionales y procesos de pérdida de los territorios.
De esta forma han sido víctimas de manipulación
política, ideológica y por lo tanto comercial. El trabajo
en agricultura ha disminuido y en general los oficios
tradicionales se han ido reduciendo, de tal manera que
los más jóvenes no tienen modelos tradicionales a seguir
y terminan entrando en los circuitos de redes sociales
y expuestos a contenidos de nuevas tecnologías que los
distancian aún más de sus raíces.
La cultura del contrabando, narcotráfico y la obtención de
“dineros fáciles” ha permeado también a las comunidades
y los ha llevado a “occidentalizar” su consumo a través de
modelos culturales externos valorados socialmente. Esto
igualmente con impacto fuerte en las economías locales,
agricultura familiar, oficios tradicionales y por tal sentido
en la seguridad alimentaria.
En las últimas décadas y años recientes la comunidad
Wayúu ha encontrado cada vez menos condiciones para
la agricultura, también por condiciones de cambio
climático. Han reportado sequías muy prolongadas
que han cambiado los ciclos productivos y la calidad
de las siembras y de los productos cosechados, por lo
que muchas comunidades han decidido no arriesgar lo
poco que consiguen en esta actividad. De igual manera
se impacta el pastoreo y el levante de otros animales de
corral porque mueren de sed en medio del desierto.
Progresivamente se ha visto la llegada de los denominados
retornados. Estos son miembros de la comunidad Wayúu
que vivían en Venezuela y han regresado a Colombia a
causa de la crisis económica del vecino país. Su retorno
ha generado un impacto en el ingreso dado que viven sin
ocupación laboral, ingresan a sus familias claniles que se
ven obligadas a compartir lo poco que consiguen con más
miembros. Adicionalmente se han generado problemas
por cobertura de seguridad social y acceso a la educación
por imposibilidad de legalización de documentos.
Los sistemas sociales de atención en salud y nutrición,
en casi todos los casos, no aplican enfoques culturales
ni étnicos. Los servicios no cuentan con infraestructura
étnica ni con profesionales bilingües que puedan
entender y comunicar las necesidades y dolencias
de la población. De igual manera los conocimientos
ancestrales relacionados con medicina tradicional son
despreciados y estigmatizados por lo cual la población
Wayúu evita asistir a estos centros dado que les genera
mucha desconfianza y se sienten víctimas de acciones
racistas y excluyentes.
La penetración de tecnología de comunicaciones y
conectividad a internet ha venido generando un impacto
muy negativo en cuanto los hábitos de consumo cultural
general y, específicamente, en la cultura alimentaria
de estos territorios. Las principales manifestaciones
culturales y patrimoniales propias de la etnia, así como su
cosmovisión general han perdido protagonismo frente a
las nuevas necesidades –particularmente en la población
joven- impuestas por las tendencias comerciales
que circulan en los contenidos tanto en radio, como
televisión, redes sociales y en general en internet.
El impacto se ha visto, como lo manifiestan de manera
constante los adultos mayores, mucho más visible en la
cultura alimentaria y en la desaparición paulatina de los
oficios tradicionales locales. Desde hace ya un tiempo los
saberes ancestrales no se han seguido transmitiendo a las
nuevas generaciones que con otras ideologías alijunas35
se han vuelto resistentes a su propia cultura, despreciando
lo propio y valorando más lo que no le pertenece. Se
viene generando una gran pérdida de los conocimientos
ancestrales y por consiguiente de arraigo e identidad con
el territorio. Este contexto los hace silenciosamente
más vulnerables a la pérdida de su territorio y de lo más
valioso aún que es su propio universo y vida cultural.
En cuanto a los sistemas educativos en el territorio
encontramos quejas y evidencias sobre la manera
en que la educación occidental impone contenidos,
metodologías y didácticas, así como horarios ajenos a su
cultura. De igual forma los jóvenes se ven enfrentados
a una educación culturalmente ambigua que fomenta
hábitos de alimentación ajenos a su cultura.
En todas las rancherías en que desarrollamos actividades
en el marco de este proyecto, se manifestó de diferentes
maneras la presencia de altos niveles de consumo de
bebidas destiladas por parte, principalmente, de los
hombres de las familias. Esto con graves consecuencias
de violencia y descomposición de las familias, así como
pérdida de fuerza de trabajo en las rancherías para oficios
como agricultura, pastoreo, pesca, tejidos, entre muchas
otras actividades dentro de la comunidad.
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