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ALGUNAS PERSPECTIVAS EN LIDERAZGO ESCOLAR / PRIMERA PARTE
en su proyecto de trabajo, incluyendo los fondos de conocimiento con los
que puedan contar profesores y empleados/administrativos a su alrededor. Lo cual implica explorar alguna forma de liderazgo compartido y, por
descontado, trabajo en equipo efectivo, visible y conoable. Porque no es
solo cooperación y esfuerzo mancomunado lo que deseamos lograr sino
gestión de cambios sostenibles e incorporación de más capital social en
quienes (con)forman y hacen comunidad para aprender en y desde ella.
Pero esa ventana de oportunidades, a vislumbrar con mesura no
exenta de arrojo intelectual, hay que situarla en terreno cercano a las
estructuras sociales y educativas donde los desafíos se hacen más nítidos. Y puesto que en gran medida esos desafíos no podrán evitar la
lógica y la dialéctica del poder político y administrativo dentro y fuera
de las instituciones, es sugerente, como postulan Macías y Townsend
(2021), que la implicación del liderazgo educativo se lleve adelante en
este asunto aprovechando enfoques informales y relacionales, a on de
comprender mejor los fondos de conocimiento existentes en las proximidades de sus círculos de innuencia (profesores, padres, etc.). El potencial beneocio apuntaría a dinámicas positivas en la cultura organizativa, incluyendo una mayor serenidad en la asunción y puesta en
marcha de procesos de evaluación institucional.
Y puesto que tal cultura organizativa es consustancial a la escuela,
es muy oportuno recordar en este punto las palabras de Simone Weil,
en una carta fechada en 1936, y que recoge una interesante olósofa de
nuestro país en su último libro. Desde un punto de vista moral, decía
la pensadora francesa, una organización es buena si tiende a atenuar las
desigualdades, mala si las acrecienta, pero llega a ser odiosa si crea compartimentos estancos, es decir, si nos sentencia a repetir lo que de nosotros se espera, favoreciendo el cliché, bajo bucles invisibles que te invitan
a acomodarte en una casilla predeterminada (Zafra, 2022, p: 15).
Son palabras, creemos, que invitan a pensar en términos de un liderazgo social y también educativo, para un tiempo en el que nuestras esperanzas en el futuro no son lo que eran y que, por eso mismo, merecen
una reconstrucción sostenible. Y una práctica transformativa en la conexión escuela-familia como la que aquí presentamos es un aliciente muy
oportuno.