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VÍCT OR MANUEL RODRÍGUEZ / LA EVALUACIÓN DE LA PRÁCTICA EDUCATIVA COMO HERRAMIENTA DE MEJORA
de FUHEM y que, por lo general, tienen un carácter común para los tres
centros. Conviene señalar, no obstante, que como en cualquier centro
educativo, los propios equipos docentes, coordinados por las oguras de
dirección, ponen en marcha de manera continua procesos de evaluación
y renexión sobre muchos aspectos de la práctica, planes y programas en
cada uno de los centros, etapas y niveles, cuya descripción resultaría demasiado prolija y excedería el propósito de estas páginas.
3. EL PAPEL DE LA DIRECCIÓN Y LOS EQUIPOS
DIRECTIVOS
Crear cultura de la evaluación en los centros es algo que va mucho más allá de
procesos puntuales, por lo que lograr la complicidad de todos es un requisito
imprescindible.
Los distintos procesos de evaluación que hemos ido poniendo en marcha
a lo largo de los años nos han permitido ir detectando algunas condiciones que a la postre se han revelado como ineludibles. Entre ellas, tenemos que referirnos a la importancia del papel de los equipos directivos
de los centros.
La primera tarea, como hemos ido anticipando a lo largo de estas páginas, es disponer de un adecuado marco teórico en el que se deonan con
claridad los objetivos y ones de la evaluación, los ámbitos y dimensiones
y las estrategias y procedimientos con los que va a abordarse, así como
los productos que se espera obtener. Cada centro o cada institución educativa deberá pensar, a partir de los marcos teóricos que seleccione y de
sus propias prioridades, cuál es su concepción de calidad educativa, algo
que no resulta tan obvio y que puede estar muy mediado por su ideario
o su proyecto educativo, así como por el tipo de procesos que se consideran prioritarios (de formación, de innovación educativa, de resultados
del alumnado, etc.) y, por ende, cuáles considera que son sus prioridades
de evaluación para la mejora.
Esta tarea, que los equipos directivos deberán coordinar, ayudándose
si se considera necesario de agentes externos, no puede desarrollarse al
margen de los equipos docentes y, si resulta posible, de otros colectivos
que integran la comunidad educativa (PAS, familias, alumnado). Una
evaluación que no parta del convencimiento de su necesidad y del consenso sobre los aspectos a evaluar, tiene muchas posibilidades de resultar fallida. No debemos olvidar que crear cultura de la evaluación en los
centros es algo que va mucho más allá de procesos puntuales, por lo que
lograr la complicidad de todos es un requisito imprescindible.
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