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INMACULADA EGIDO GÁLVEZ / TRANSFORMAR EL CENTRO ESCOLAR EN UNA COMUNIDAD
Evidentemente, transformar el centro en una comunidad supone un
desafío difícil de alcanzar, más aún en la medida en que vivimos inmersos
en una sociedad individualista, que favorece la competitividad y en la que
el logro académico es la principal prioridad de la escuela, especialmente
en la educación secundaria. Lo habitual es que la cultura escolar relegue
a un segundo plano la colaboración y el cultivo de valores comunes, por
lo que el cambio resulta complejo y exige un fuerte compromiso personal y colectivo (Balduzzi, 2021). Sin embargo, es un desafío crucial cuando se trabaja en contextos desaventajados, en los que no puede darse por
sentado que los estudiantes tendrán otras oportunidades para adquirir el
legado cultural y cívico que les debemos transmitir. Siguiendo de nuevo
a Sergiovanni (1994), no hay recetas de validez universal para crear una
comunidad, por lo que, si queremos empezar la transformación, cada
centro educativo tendrá que encontrar su propia práctica a partir del escenario en el que se encuentra.
2. LA ESCUELA COMO COMUNIDAD PROFESIONAL
DE APRENDIZAJE
Desde la perspectiva del liderazgo escolar, uno de los retos más importantes es
precisamente contribuir a construir el centro como una comunidad profesional de
aprendizaje que refuerce la eocacia colectiva del equipo docente.
Como se ha mencionado, la construcción del centro educativo como comunidad corresponde a todos los participantes en el mismo. No obstante,
concierne de manera especial al profesorado, como principal protagonista, junto a los estudiantes, de la actividad escolar. En el trabajo docente en
una comunidad todos comparten la responsabilidad y el propósito. Por
ello, en el modelo LEI la cooperación entre el profesorado se considera
esencial para alcanzar la meta común, es decir, el desarrollo holístico de
los alumnos, que no es posible conseguir con esfuerzos de carácter aislado, por valiosos que estos sean.
Tal como señaló Elmore (2000), el individualismo en el trabajo docente y el énfasis que se otorga al desarrollo profesional de cada profesor, independientemente del resto, es uno de los enemigos de la mejora
escolar, ya que va en contra del aprendizaje conjunto y de la resolución
colectiva de los problemas. Si bien es cierto que el aprendizaje docente
es un proceso personal, también es un producto de la interacción social,
puesto que aprendemos mientras somos, estamos y hacemos junto a
otros (López Yáñez y Sánchez Moreno, 2021). Por ello, el propio centro
debe constituirse como una comunidad de desarrollo profesional, en la
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