Biblia de estudio Swindoll | Evangelio de Juan - Flipbook - Página 33
JUAN 13:6
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Lavar los pies sucios
JUAN 13:1-20
EN LOS D ÍAS DE JES ÚS, los caminos y los callejones estaban cubiertos de polvo.
Durante la estación seca, la capa de polvo se ponía cada vez más gruesa. Cuando comenzaba la estación lluviosa, los callejones y los caminos se convertían en lodazales. Así que,
los pies con sandalias siempre estaban sucios. Siendo así, era costumbre de la época
que el anfitrión que invitaba amigos a cenar pusiera a un sirviente en la puerta con agua
y una toalla. A medida que los visitantes llegaban, se detenían, se quitaban las sandalias
y permitían que el sirviente les lavara los pies con agua fresca. Les quitaba el polvo y el
lodo, y los invitados entraban a la casa con los pies limpios. Si la familia anfitriona no tenía
sirvientes, entonces un miembro de la familia hacía el trabajo. Nadie entraba a una casa
con los pies sucios.
La noche que se describe en Juan 13, Jesús y Sus discípulos
estaban reclinados alrededor de una mesa baja. Era distinto a lo
El hecho de
que vemos en las pinturas sobre la Última Cena. ¡No estaban
que Jesús les
sentados todos en un mismo lado de una mesa larga, posando
para un artista! No, estaban reclinados sobre un codo, con sus
lavara los pies
pies estirados lejos de la mesa.
fue un ejemplo
El Evangelio de Lucas nos dice que justo después de que
Jesús bendijo el pan y la copa, una representación de Su cuerpo
a seguir para
y Su sangre, los discípulos, increíblemente, «comenzaron a discutir
ellos, y para
quién sería el más importante entre ellos» (Lc 22:24). ¿En serio?
¿Justo en ese momento? Sin embargo, si lo piensas, tiene sentido.
nosotros.
Si Jesús estaba por inaugurar Su reino, ellos querían saber dónde
estaría cada uno en la jerarquía.
Mientras discutían, escucharon cómo un recipiente se llenaba de agua, y luego vieron
al Único que merecía el trono atándose una toalla a Su cintura. Era el festival de la Pascua,
y Jesús era el invitado más importante en la mesa. Aun así, fue Él que «se levantó de la
mesa, se quitó el manto, se ató una toalla a la cintura y echó agua en un recipiente. Luego
comenzó a lavarles los pies a los discípulos» (Jn 13:4-5). Pronto llegó a Pedro, quien preguntó: «Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí?» (Jn 13:6). Lo imagino encogiendo sus
pies debajo de su túnica. No pensó que fuera apropiado que Jesús hiciera semejante cosa.
Pedro todavía no había aprendido que la humildad incluye la rara habilidad de recibir sin
avergonzarse.
Después de que todos los pies habían sido lavados, después de que se había puesto
a un lado el recipiente y que se había doblado la toalla, Jesús se volvió a reclinar en Su
lugar de la mesa. Miró a Sus discípulos y preguntó: «¿Entienden lo que acabo de hacer?».
Fue una pregunta retórica, diseñada para hacerlos pensar. Él continuó: «Ustedes me
llaman “Maestro” y “Señor” y tienen razón, porque es lo que soy. Y, dado que yo, su
Señor y Maestro, les he lavado los pies...».
«Dado que yo [...] les he lavado los pies...». Tal vez Jesús hasta hizo una pausa para
provocar un efecto.
«Ustedes deben lavarse los pies unos a otros» (Jn 13:12-14). ¿Qué significa eso? El
hecho de que Jesús les lavara los pies fue un ejemplo a seguir para ellos, y para nosotros.
¿Quieres ser importante en el reino del cielo? ¿Quieres honrar a Dios? Entonces prepárate
para ser un sirviente.