Biblia de estudio Swindoll | Evangelio de Juan - Flipbook - Página 25
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palabras de Dios, pero ustedes no las escuchan porque no pertenecen a Dios.
48 —¡Samaritano endemoniado! —replicó la
gente—. ¿No veníamos diciendo que estabas poseído
por un demonio?
49 —No —dijo Jesús—, no tengo ningún demonio.
Pues yo honro a mi Padre; en cambio, ustedes me deshonran a mí. 50 Y, aunque no tengo ninguna intención
de glorificarme a mí mismo, Dios va a glorificarme y
él es el verdadero juez. 51 Les digo la verdad, ¡todo el
que obedezca mi enseñanza jamás morirá!
52 —Ahora estamos convencidos de que estás poseído por un demonio —dijo la gente—. Hasta Abraham y los profetas murieron, pero tú dices: “¡El que
obedezca mi enseñanza nunca morirá!”. 53 ¿Acaso eres
más importante que nuestro padre Abraham? Él murió,
igual que los profetas. ¿Tú quién te crees que eres?
54 Jesús contestó:
—Si yo buscara mi propia gloria, esa gloria no tendría ningún valor, pero es mi Padre quien me glorificará. Ustedes dicen: “Él es nuestro Dios”*, 55 pero
ni siquiera lo conocen. Yo sí lo conozco; y si dijera lo
contrario, ¡sería tan mentiroso como ustedes! Pero
lo conozco y lo obedezco. 56Abraham, el padre de
ustedes, se alegró mientras esperaba con ansias mi
venida; la vio y se llenó de alegría.
57 Entonces la gente le dijo:
—Ni siquiera tienes cincuenta años. ¿Cómo puedes decir que has visto a Abraham?*
58 Jesús contestó:
—Les digo la verdad, ¡aun antes de que Abraham
naciera, Yo Soy!*
59 En ese momento, tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús desapareció de la vista de ellos y salió
del templo.
Jesús sana a un hombre ciego de nacimiento
11 Él les dijo:
—El hombre al que llaman Jesús hizo lodo, me lo
untó en los ojos y me dijo: “Ve al estanque de Siloé
y lávate”. Entonces fui, me lavé, ¡y ahora puedo ver!
12 —¿Dónde está él ahora? —le preguntaron.
—No lo sé —contestó.
13 Entonces llevaron ante los fariseos al hombre
que había sido ciego, 14 porque era día de descanso
cuando Jesús hizo el lodo y lo sanó. 15 Los fariseos interrogaron al hombre sobre todo lo que había sucedido y les respondió: «Él puso el lodo sobre mis ojos
y, cuando me lavé, ¡pude ver!».
16Algunos de los fariseos decían: «Ese tal Jesús no
viene de Dios porque trabaja en el día de descanso».
Otros decían: «¿Pero cómo puede un simple pecador
hacer semejantes señales milagrosas?». Así que había
una profunda diferencia de opiniones entre ellos.
17 Luego los fariseos volvieron a interrogar al
hombre que había sido ciego:
—¿Qué opinas del hombre que te sanó?
—Creo que debe de ser un profeta —contestó
el hombre.
18Aun así los líderes judíos se negaban a creer que
el hombre había sido ciego y ahora podía ver, así que
llamaron a sus padres.
19 —¿Es este su hijo? —les preguntaron—. ¿Es verdad
que nació ciego? Si es cierto, ¿cómo es que ahora ve?
20 Sus padres contestaron:
—Sabemos que él es nuestro hijo y que nació ciego,
21 pero no sabemos cómo es que ahora puede ver ni
quién lo sanó. Pregúntenselo a él; ya tiene edad para
hablar por sí mismo.
22 Los padres dijeron eso por miedo a los líderes
judíos, quienes habían anunciado que cualquiera que
dijera que Jesús era el Mesías sería expulsado de la
sinagoga. 23 Por eso dijeron: «Ya tiene edad suficiente,
entonces pregúntenle a él».
24 Por segunda vez llamaron al hombre que había
sido ciego y le dijeron:
8:54 Algunos manuscritos dicen que él es su Dios. 8:57 Algunos manuscritos
dicen ¿Cómo puedes decir que Abraham te ha visto? 8:58 O ¡aun antes de que
Abraham naciera, yo siempre he estado vivo!; en griego dice antes de que Abraham
fuera, yo soy. Ver Ex 3:14. 9:2 Rabí, del arameo, significa «amo» o «maestro».
9:4 Otros manuscritos dicen Debo llevar a cabo cuanto antes las tareas que me
encargó el que me envió; incluso otros dicen Debemos llevar a cabo cuanto antes
las tareas que nos encargó el que me envió.
VER A DIOS Jn 9:3 Aquí, para demostrar el poder
de Dios, Jesús sana a un hombre que nació ciego.
Sin embargo, Dios no envía a Jesús en persona para
sanar a todas las personas con discapacidad. En parte,
esto se debe a que no sabríamos cómo es Dios si
no tuviéramos a las personas con discapacidad; no
entenderíamos Su compasión si ellas no estuvieran
entre nosotros. Habría grandes brechas de ignorancia,
dureza y frialdad en nuestra teología si no fuera por
estas personas tan preciadas que Dios sigue enviando
a vivir en medio nuestro. Él hace esto, sin un milagro,
para que todos veamos una parte de Su rostro que de
otra forma pasaríamos por alto.
P E R S P E C T I VA S
Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre que
era ciego de nacimiento.
2 —Rabí,* ¿por qué nació ciego este hombre? —le
preguntaron sus discípulos—. ¿Fue por sus propios
pecados o por los de sus padres?
3 —No fue por sus pecados ni tampoco por los de
sus padres —contestó Jesús—. Nació ciego para que
todos vieran el poder de Dios en él. 4 Debemos llevar a cabo cuanto antes las tareas que nos encargó
el que nos envió.* Pronto viene la noche cuando
nadie puede trabajar; 5 pero mientras estoy aquí en el
mundo, yo soy la luz del mundo.
6 Luego escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva
y lo untó en los ojos del ciego. 7 Le dijo: «Ve a lavarte
en el estanque de Siloé» (Siloé significa «enviado»).
Entonces el hombre fue, se lavó, ¡y regresó viendo!
8 Sus vecinos y otros que lo conocían como un pordiosero ciego se preguntaban: «¿No es ese el hombre
que solía sentarse a mendigar?». 9Algunos decían que
sí, y otros decían: «No, solo se le parece».
Pero el mendigo seguía diciendo: «¡Sí, soy yo!».
10 Le preguntaron:
—¿Quién te sanó? ¿Cómo sucedió?
9
JUAN 9:24